El cerebro no miente: La revolución del neuromarketing
"El doctor Gregory House tenía razón: "Todos mienten". Y el marketing ya trabaja con esa certeza con evidencia científica: según múltipes investigaciones científicas el 95% de nuestras decisiones son inconscientes. Las toma el cerebro por sí mismo. Por ese descubrimiento, la disciplina incorporó el resonador magnético, se rebautizó neuromarketing y ahora le pregunta directamente al que toma las decisiones: el cerebro. La polémica, en la ciencia y en el marketing, recién empieza. Varios domingos a la madrugada, en una clínica del barrio porteño de Belgrano, entre 24 y 32 voluntarios rentados se prestan a estudios de neuromarketing realizados por Neurensics Latin America. Esas investigaciones tienen una doble supervisión: la de un médico y la de un experto en marketing.
Con una suerte de espejo retrovisor que ceñido a la frente les permite observar el reflejo de una pantalla de video mientras están dentro de la máquina de resonancia magnética, los voluntarios prestan su cerebro a la investigación de mercado. En las pantallas se proyectan distintas imágenes y sonidos que funcionan como estímulos del cerebro expuesto a la mirada de los investigadores gracias al MRI (sigla que refiere a Magnetic Resonance Imaging ).
Nada mal para una disciplina que siempre buscó saber el lugar que las marcas ocupan en las mentes de los consumidores. Finalmente, llegó literalmente al objetivo. Y no falta quien, como Brian Knutson, dicen haber descubierto (en 2007) el "botón de comprar" en el cerebro. El histórico dilema del marketing, push o pull , tal vez haya llegado a su fin.
"Los seres humanos primero tomamos la decisión de manera inconsciente y después viene como una suerte de voz de relator que nos engaña para hacernos creer que la tomamos de forma conciente", dice Marc Rothuizen, presidente de Neurensics Latin America, que se presenta como la primera empresa en realizar este tipo de investigaciones en la Argentina.
Holandés, abogado de formación pero con una extensa carrera en áreas de marketing de varias empresas multinacionales y 11 años de residencia en la Argentina, Rothuizen no niega la polémica y se muestra conciliador con otros tipos de investigación de mercado. "Esta metodología no es una solución mágica. Además, estamos en un proceso de aprendizaje. Pero sí es mucho menos imperfecta que cualquier otra metodología existente. Sobre todo para dos cosas que estudiamos muy bien, comerciales y envases", sostiene.
Pero no deja de vender su producto, consciente de que aún es muy poco conocido. "El cerebro no miente. La investigación tradicional asume que vos sabés lo que pensás y hacés lo que decís y no es así. El ser humano no es así. El 95% de las decisiones es inconsciente y entonces no tiene sentido preguntarte qué vas a hacer. Por eso, miramos en el cerebro, que no miente. Después interpretamos los resultados", explicó a la nacion durante una entrevista en Puerto Madero.
Neurensics Latin America es un joint venture entre Rothuizen y Neurensics Amsterdam, fundada en septiembre de 2010 por el científico Victor Lamme, investigador en la Facultad de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Amsterdam; su colega de la misma facultad Steven Scholte, y Martin de Munnik, especialista en marketing.
En Holanda la empresa ya hzio investigaciones para el Banco Central holandés, que quiso conocer la diferencia cerebral entre usar tarjeta de crédito y dinero en efectivo. En esa lista de clientes también se anotan otras grandes empresas como la cervecería Heineken, las financieras ING y ABN AMRO Bank, Bols, la aerolínea KLM, los supermercados Ahold y la editora más grande de Europa, la finlandesa Sanoma.
Marc Rothuizen, presidente de Neurensics. Foto: AFVLa empresa realizó varios estudios interculturales en los que repitió un mismo estudio en países distintos. Eso permitió confirmar y cuantificar el vínculo que distintas sociedades, como la argentina y la holandesa, por ejemplo, tienen con la cerveza. Para una la bebida se vincula con las relaciones sociales fuera de casa, mientras que en la otra es una experiencia doméstica y personal. Aunque no puede revelar la identidad del cliente, Rothuizen contó que entre las primeras investigaciones que se hicieron en la Argentina hay una encargada por un club de fútbol sobre las percepciones de sus hinchas y de los de otras instituciones.
"Está demostrado que en las tradicionales investigaciones de mercado, el 80% de las introducciones de nuevos productos, marcas, packaging, logos, etc., desaparece dentro de los dos primeros años en las góndolas. Eso genera pérdidas por US$ 200.000 millones al año.
La novedad, que indaga en las percepciones profundas de la persona, puede no ser inofensiva. "Un funcionario del área de Cultura de Holanda se ofreció como voluntario para un test con MRI. Antes de exponerse le pedimos que llenara un formulario con un montón de preguntas, sobre sus gustos en comidas, por ejemplo si prefería sushi o papas fritas, y otras cuestiones personales, como si se conseideraba o no racista. Por supuesto, allí respondió que de ninguna manera era racista y que también prefería la comida más sofisticada. Luego, cuando se hicieron las imagenes, resulta que prefería un tipo de comida barato, que se vende en la calle, ante cuya foto había mostrado mayor deseo. Además, cuando se le mostró la imagen de una persona afroamericana, se le había iluminado en el cerebro el área del miedo", relató Rothuizen.
Quedar expuesto siempre da miedo. Por eso, anticipándose a los cuestionamientos, el empresario destaca la existencia de la Neuromarketing Science & Business Association , una entidad mundial que fijó estándares éticos para la realización de este tipo de investigaciones.
"Me cansé de que el marketing venda humo", dice Rothuizen al intentar explicar cómo terminó en el neuromarketing. Luego, enciende su notebook para repetir, paciente, una presentación que ya ha dado cientos de veces.
"El resonador se enfoca especialmente en tres áreas cerebrales: la ínsula, el nucleus accumbens y el córtex prefrontal donde están detectadas las zonas de «obtener», «premio» y «dolor». El sistema lee emociones positivas (deseo, lujuria, expectativa, confianza, impacto, novedad, atención), negativas (peligro, rechazo, enojo, miedo) y de relevancia personal (valor, involucramiento, familiaridad), registra patrones y los analiza", explica.
Lo que sigue es difícil de seguir sin perderse. La ínsula es una pequeña región de corteza que se encuentra situada en la profundidad de la cisura de Silvio y ocupa menos del 2% de la superficie cortical total. Se encuentra implicada en un número sorprendentemente grande de funciones muy diferentes, que van desde la percepción de dolor y la producción del habla hasta el procesamiento de las emociones sociales. También se encuentra involucrada la conciencia emocional, la empatía y la percepción musical, entre otros.
El nucleus accumbens , que significa «núcleo que yace sobre el septem», es un grupo de neuronas del encéfalo y se le atribuye una función importante en la recompensa, la risa, el placer, la adicción y el miedo. Si es más grande que el dolor en la ínsula, el consumidor decidirá, por ejemplo, por comprar el producto.
Y, finalmente, la corteza prefrontal o córtex prefrontal, la parte anterior de los lóbulos frontales del cerebro, está involucrada en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social adecuado en cada momento.
Aunque todavía se sabe poco, nunca antes se avanzó tanto en el conocimiento del cerebro humano como en esta época. "Pesa 1,35 kilos, consume 25% de nuestra energía, pero lo más importante es que toma 500 millones de decisiones por día", dice Rothuizen. En la Argentina podría agregar que además llegó a best seller con el libro Ágil Mente , del biólogo Estanislao Bachrach, y a protagonista principal de un show televisivo de C5N con el neurocientífico Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).
"En la resonancia magnética no escondés nada", afirma Rothuizen. La mente, al desnudo."
Extraído de La Nación.
Con una suerte de espejo retrovisor que ceñido a la frente les permite observar el reflejo de una pantalla de video mientras están dentro de la máquina de resonancia magnética, los voluntarios prestan su cerebro a la investigación de mercado. En las pantallas se proyectan distintas imágenes y sonidos que funcionan como estímulos del cerebro expuesto a la mirada de los investigadores gracias al MRI (sigla que refiere a Magnetic Resonance Imaging ).
Nada mal para una disciplina que siempre buscó saber el lugar que las marcas ocupan en las mentes de los consumidores. Finalmente, llegó literalmente al objetivo. Y no falta quien, como Brian Knutson, dicen haber descubierto (en 2007) el "botón de comprar" en el cerebro. El histórico dilema del marketing, push o pull , tal vez haya llegado a su fin.
"Los seres humanos primero tomamos la decisión de manera inconsciente y después viene como una suerte de voz de relator que nos engaña para hacernos creer que la tomamos de forma conciente", dice Marc Rothuizen, presidente de Neurensics Latin America, que se presenta como la primera empresa en realizar este tipo de investigaciones en la Argentina.
Holandés, abogado de formación pero con una extensa carrera en áreas de marketing de varias empresas multinacionales y 11 años de residencia en la Argentina, Rothuizen no niega la polémica y se muestra conciliador con otros tipos de investigación de mercado. "Esta metodología no es una solución mágica. Además, estamos en un proceso de aprendizaje. Pero sí es mucho menos imperfecta que cualquier otra metodología existente. Sobre todo para dos cosas que estudiamos muy bien, comerciales y envases", sostiene.
Pero no deja de vender su producto, consciente de que aún es muy poco conocido. "El cerebro no miente. La investigación tradicional asume que vos sabés lo que pensás y hacés lo que decís y no es así. El ser humano no es así. El 95% de las decisiones es inconsciente y entonces no tiene sentido preguntarte qué vas a hacer. Por eso, miramos en el cerebro, que no miente. Después interpretamos los resultados", explicó a la nacion durante una entrevista en Puerto Madero.
Neurensics Latin America es un joint venture entre Rothuizen y Neurensics Amsterdam, fundada en septiembre de 2010 por el científico Victor Lamme, investigador en la Facultad de Neurociencia Cognitiva de la Universidad de Amsterdam; su colega de la misma facultad Steven Scholte, y Martin de Munnik, especialista en marketing.
En Holanda la empresa ya hzio investigaciones para el Banco Central holandés, que quiso conocer la diferencia cerebral entre usar tarjeta de crédito y dinero en efectivo. En esa lista de clientes también se anotan otras grandes empresas como la cervecería Heineken, las financieras ING y ABN AMRO Bank, Bols, la aerolínea KLM, los supermercados Ahold y la editora más grande de Europa, la finlandesa Sanoma.
Marc Rothuizen, presidente de Neurensics. Foto: AFVLa empresa realizó varios estudios interculturales en los que repitió un mismo estudio en países distintos. Eso permitió confirmar y cuantificar el vínculo que distintas sociedades, como la argentina y la holandesa, por ejemplo, tienen con la cerveza. Para una la bebida se vincula con las relaciones sociales fuera de casa, mientras que en la otra es una experiencia doméstica y personal. Aunque no puede revelar la identidad del cliente, Rothuizen contó que entre las primeras investigaciones que se hicieron en la Argentina hay una encargada por un club de fútbol sobre las percepciones de sus hinchas y de los de otras instituciones.
"Está demostrado que en las tradicionales investigaciones de mercado, el 80% de las introducciones de nuevos productos, marcas, packaging, logos, etc., desaparece dentro de los dos primeros años en las góndolas. Eso genera pérdidas por US$ 200.000 millones al año.
La novedad, que indaga en las percepciones profundas de la persona, puede no ser inofensiva. "Un funcionario del área de Cultura de Holanda se ofreció como voluntario para un test con MRI. Antes de exponerse le pedimos que llenara un formulario con un montón de preguntas, sobre sus gustos en comidas, por ejemplo si prefería sushi o papas fritas, y otras cuestiones personales, como si se conseideraba o no racista. Por supuesto, allí respondió que de ninguna manera era racista y que también prefería la comida más sofisticada. Luego, cuando se hicieron las imagenes, resulta que prefería un tipo de comida barato, que se vende en la calle, ante cuya foto había mostrado mayor deseo. Además, cuando se le mostró la imagen de una persona afroamericana, se le había iluminado en el cerebro el área del miedo", relató Rothuizen.
Quedar expuesto siempre da miedo. Por eso, anticipándose a los cuestionamientos, el empresario destaca la existencia de la Neuromarketing Science & Business Association , una entidad mundial que fijó estándares éticos para la realización de este tipo de investigaciones.
"Me cansé de que el marketing venda humo", dice Rothuizen al intentar explicar cómo terminó en el neuromarketing. Luego, enciende su notebook para repetir, paciente, una presentación que ya ha dado cientos de veces.
"El resonador se enfoca especialmente en tres áreas cerebrales: la ínsula, el nucleus accumbens y el córtex prefrontal donde están detectadas las zonas de «obtener», «premio» y «dolor». El sistema lee emociones positivas (deseo, lujuria, expectativa, confianza, impacto, novedad, atención), negativas (peligro, rechazo, enojo, miedo) y de relevancia personal (valor, involucramiento, familiaridad), registra patrones y los analiza", explica.
Lo que sigue es difícil de seguir sin perderse. La ínsula es una pequeña región de corteza que se encuentra situada en la profundidad de la cisura de Silvio y ocupa menos del 2% de la superficie cortical total. Se encuentra implicada en un número sorprendentemente grande de funciones muy diferentes, que van desde la percepción de dolor y la producción del habla hasta el procesamiento de las emociones sociales. También se encuentra involucrada la conciencia emocional, la empatía y la percepción musical, entre otros.
El nucleus accumbens , que significa «núcleo que yace sobre el septem», es un grupo de neuronas del encéfalo y se le atribuye una función importante en la recompensa, la risa, el placer, la adicción y el miedo. Si es más grande que el dolor en la ínsula, el consumidor decidirá, por ejemplo, por comprar el producto.
Y, finalmente, la corteza prefrontal o córtex prefrontal, la parte anterior de los lóbulos frontales del cerebro, está involucrada en la planificación de comportamientos cognitivamente complejos, en la expresión de la personalidad, en los procesos de toma de decisiones y en la adecuación del comportamiento social adecuado en cada momento.
Aunque todavía se sabe poco, nunca antes se avanzó tanto en el conocimiento del cerebro humano como en esta época. "Pesa 1,35 kilos, consume 25% de nuestra energía, pero lo más importante es que toma 500 millones de decisiones por día", dice Rothuizen. En la Argentina podría agregar que además llegó a best seller con el libro Ágil Mente , del biólogo Estanislao Bachrach, y a protagonista principal de un show televisivo de C5N con el neurocientífico Facundo Manes, director del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).
"En la resonancia magnética no escondés nada", afirma Rothuizen. La mente, al desnudo."
Extraído de La Nación.
El inquietante poder del Neuromarketing
02 de abril de 2013. 07:01h
Joan Morera Morales (Tendencias 21). Madrid.
"Vivimos rodeados de anuncios. Están por todos lados: en los periódicos, en la parada del autobús, en el correo electrónico... La mayoría se nos olvidan rápidamente, claro está, pero algunos permanecen en nuestra mente y, antes o después, terminan por generarnos el impulso de comprar.
Lo curioso es que tendemos a reconocer la influencia de la publicidad en los demás -que se dejan manipular, decimos- mientras nos convencemos de que nosotros somos distintos, de que no somos tan influenciables y compramos con plena libertad, informa Tendencias 21.
Nos engañamos. La realidad es que entre un 70% y un 80% de las decisiones de compra, las de cualquiera, se toman de forma irracional y de acuerdo a estímulos sensoriales. El margen para decisiones reflexivas es más bien reducido.
Hace medio siglo que los profesionales del marketing buscan mensajes que nos emocionen y conecten con nuestros deseos inconscientes; para conseguirlo, la clave está en acceder a las regiones que el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro destina a la memoria a largo plazo (especialmente a la llamada memoria semántica).
Manipulación neurológica y desafío Pepsi
La evolución del marketing se debe en gran medida a los trabajos de investigación que siempre han promovido las grandes marcas, con el objetivo de diseñar productos más atractivos y anuncios de mayor eficacia.
En esta carrera hacia la manipulación 'total' de los consumidores, la última herramienta de que disponen es el neuromarketing, que consiste en utilizar técnicas de neurociencia para analizar las reacciones de nuestro cerebro a determinados mensajes o estímulos.
Retroceder a los años ochenta nos puede ayudar a hacernos una idea precisa de lo que es el neuromarketing: más concretamente, a aquellos tiempos en que los medios de comunicación nos bombardeaban con la campaña publicitaria conocida como el 'desafío Pepsi'.
Con un argumento que hoy en día no parece original, dicha experiencia consistía en pedir a diversas personas que probaran dos refrescos, uno de Coca-cola y otro de Pepsi, sin anticiparles de qué marcas se trataba.
El resultado del desafío era que más de la mitad de encuestados elegían Pepsi. Y eso, siendo Coca-Cola la marca líder a nivel mundial, ponía en evidencia el poder de la publicidad para hacer que los consumidores compremos mayoritariamente una marca, incluso cuando en realidad preferimos otra.
Este hecho despertó la curiosidad de Read Montague, un especialista en neurociencias que se dispuso a repetir el desafío Pepsi, aunque con dos variantes: la primera) los encuestados sabrían en todo momento qué marca estaban bebiendo; y la segunda) durante el test se les practicaría una resonancia magnética en el cerebro.
Al hacerlo, Montague observó que Coca-Cola no era sólo la marca más elegida, sino que su consumo estimulaba regiones del cerebro que Pepsi dejaba inactivas. Eran los efectos neurológicos de unas campañas publicitarias -las de Coca-Cola- que habían sido especialmente incisivas durante la primera mitad de los ochenta
Eficacia publicitaria desmesurada
El hallazgo de Montague abría las puertas al siguiente dilema: si era posible conocer las reacciones del cerebro ante una marca o producto, ¿por qué no aprovecharlo para anticipar el efecto de un anuncio publicitario o cualquier cambio en el producto cuestión?
Inicialmente no se planteaba de forma explícita, pero se intuía que predecir los patrones de respuesta de los consumidores podría ser la clave para el diseño de anuncios de una "eficacia" desmesurada. Asusta, ¿verdad? Era el nacimiento del neuromarketing.
Gracias a inversiones de empresas como Procter&Gamble, Unilever, McDonald's o Disney (¡sí, sí, Disney!), desde entonces se han llevado a cabo otras experiencias similares. No tan solo mediante resonancias magnéticas, también con electroencefalogramas, mediciones del ritmo cardíaco, ritmo respiratorio o incluso de la conductividad de la piel (respuesta galvánica).
Entre otras cosas, estos trabajos han identificado las potentes reacciones cerebrales ante anuncios protagonizados por famosos; muy en especial cuando se trata de deportistas o celebridades del cine -quienes más nos emocionan-, el gancho es tan potente que nos induce a pagar hasta un 20% más de lo que pagaríamos normalmente por aquel producto.
En espera de ver qué aplicaciones se derivan de estos experimentos, ya ha quedado claro que el neuromarketing ofrece resultados sumamente más objetivos que el marketing tradicional. Herramientas como las encuestas, los grupos de discusión o los tests de producto, en el mejor de los casos recogen información sobre aquello que los encuestados interpretan como sus motivaciones; pero estas percepciones pueden tener poco o nada que ver con sus motivaciones reales.
Observar las respuestas fisiológicas del cerebro, sin embargo, aparcasta subjetividad y basa cualquier conclusión solamente en pruebas científicas. Nada de hipótesis, nada de especulaciones.
Temor al efecto 'flautista de Hamelín'
Ésta es la razón por la que el neuromarketing -o mejor dicho: todo cuanto se derive de él- provoca en algunas personas un sentimiento de indefensión y vulnerabilidad. De ahí que surjan voces críticas que comparan a los consumidores del futuro con aquellos ratoncitos que corrían tras el flautista de Hamelín: la diferencia estaría en que, en vez de una melodía hipnótica, el nuevo foco de atracción serían unos anuncios diseñados con precisión quirúrgica, tan capaces de hacernos comprar una tostadora, como un crucero, un aparato para hacer abdominales o lo que sea.
Los detractores del neuromarketing denuncian falta de ética en esta praxis, y solicitan a las administraciones públicas que promuevan una regulación restrictiva al respecto. Nada nuevo en el horizonte. En realidad es lógico que nos preocupemos por unas prácticas presumiblemente amenazadoras ("pre-ocuparse" es precisamente eso: ocuparse de algo antes de que tenga consecuencias); pero esta preocupación nunca debe hacernos confundir las amenazas con las oportunidades, ni la prudencia con el alarmismo.
Aunque nos inquiete la manipulación del neuromarketing, también deberíamos ser capaces de imaginar que, si bien hoy utilizamos técnicas médicas para usos publicitarios, quizá mañana podremos seguir el camino en sentido inverso: aprovechando los conocimientos obtenidos en el nuevo ámbito como contribuciones a la medicina. Seamos optimistas.
El debate sobre la ética del neuromarketing no es tan trivial como algunos pretenden. Para empezar, porque lo que determina que una acción sea o no ética no son los medios que empleamos para llevarla a cabo, sino las intenciones que nos impulsan a cometerla.
Pensemos en un homicidio, por ejemplo: que se cometa con una pistola, con una navaja o con las propias manos, no lo hace ni más ni menos reprobable; por el contrario, que sea voluntario o accidental, premeditado o no, condiciona su gravedad y las consecuencias que tenga para su autor, puesto que estos aspectos son los que determinan cuáles fueron las intenciones de origen. Pero éticamente no ha cambiado nada
Análogamente, la intención del neuromarketing es la misma que la del marketing tradicional: persuadirnos para que compremos los productos que no siempre necesitamos. Éticamente no ha cambiado nada. Si llevamos décadas aceptando la publicidad como uno de los pilares de la sociedad de consumo, no es coherente que ahora nos tiremos de los pelos por haber descubierto una nueva herramienta publicitaria.
Otra cosa será el día que nos propongamos en serio cambiar nuestro modelo económico -ese día sí podría cambiar nuestras vidas!-; ahora bien, esto ya es de otro debate, un debate donde no deberemos centrarnos en el neuromarketing, sino en todas las posibles formas de manipulación.
Algunas personas exigen que se impongan límites al neuromarketing. Muy bien, de acuerdo. Pero deberíamos preguntarnos qué sentido tiene regular un mercado sin antes darle la oportunidad de autoregularse. Sobretodo porque, a efectos prácticos, bien podría suceder que las grandes marcas o los publicistas fueran los primeros en perder interés al respecto. Quedan demasiadas incógnitas por responder.
¿Por qué, de veras los creativos renunciarán a su actual rol -llamémoslo artístico- para convertirse en vasallos de los neurólogos?... ¿Y las empresas?... Mientras los medios de comunicación traten el neuromarketing con el sensacionalismo con que lo hacen, ¿estarán dispuestas a asumir el riesgo de vincular a él su imagen?... ¿Y qué pasa con los costes?
No es lo mismo hacer cuatrocientas encuestas a la salida de un supermercado que llevar a cabo cuatrocientas resonancias magnéticas ¿Quién se arriesgará a asumir este coste? Una sola de estas incertidumbres podría dejar el desarrollo del neuromarketing en la mera anécdota.
Antes de sucumbir a temores infundados, debemos plantearnos si el alarmismo no es la expresión enmascarada de una falta de confianza hacia nosotros mismos. Cualquier medida que nazca de infravalorar nuestra autonomía resultará excesiva, en tanto que estará cruzando la frontera invisible entre proteger y sobreproteger. Y las reacciones sobreprotectoras -lo confirmará cualquier pedagogo- sólo sirven para fomentar individuos cada día más débiles e inseguros.
Reconforta pensar que nuestra mente es demasiado compleja y tiene demasiada capacidad de aprendizaje como para que el neuromarketing llegue a manipularnos más que el marketing de siempre. Es cierto que la publicidad nos induce a comprar, y mucho, pero depende de nosotros que seamos lo bastante críticos como para evitar que nos obligue por completo.
En esta línea opinaba recientemente el profesor Ale Smidts, de la Universidad de Rotterdam, cuando afirmaba: "Las personas no somos chimpancés en un supermercado, nuestro sistema reflexivo tiene un gran poder para corregir nuestros instintos y respuestas primeras".
Fortalecer la autonomía y el pensamiento crítico
En caso de que algún día se diseñara el anuncio "perfecto", probablemente incidiría primero sobre los colectivos más vulnerables (pienso en los adolescentes, por ejemplo).
Sería entonces cuando correspondería al resto de la sociedad tomar medidas en defensa del interés general. Desconozco si se trataría de legislar, de promover campañas de denuncia, de imponer códigos deontológicos o de exigir una mayor transparencia a las empresas anunciantes, pero sin duda habría muchas posibilidades.
Mientras tanto, el mejor modo de defender la autonomía y la libertad del individuo es siempre desde la colectividad y desde la corresponsabilidad ciudadana. Porque, aunque parezca una paradoja, aquello que nos hace libres es que formamos parte de una comunidad.
Y la razón de que algunos vean el neuromarketing como un ogro terrible es precisamente que se sienten solos, indefensos, enfrentados a las presiones de unos anuncios que pueden doblegarles como un junco.
Les preocupa sucumbir a la publicidad por falta de confianza en si mismos y al grupo al que pertenecen. Por eso defienden la idea de un individuo excesivamente tutelado, que se integra en la sociedad a través de regulaciones sobreprotectoras e innecesarias redes de seguridad.
No comprenden que el precio de este falso progresismo es el cultivo de una apatía congénita y eterna inseguridad. Este posicionamiento sí es una amenaza de primer orden. No lo olvidemos. Porque no importa tanto si estamos a favor o en contra del neuromarketing, como que seamos capaces de fortalecer nuestra autonomía y pensamiento crítico. Está en nuestras manos."
Extraído de La Razón
Joan Morera Morales (Tendencias 21). Madrid.
"Vivimos rodeados de anuncios. Están por todos lados: en los periódicos, en la parada del autobús, en el correo electrónico... La mayoría se nos olvidan rápidamente, claro está, pero algunos permanecen en nuestra mente y, antes o después, terminan por generarnos el impulso de comprar.
Lo curioso es que tendemos a reconocer la influencia de la publicidad en los demás -que se dejan manipular, decimos- mientras nos convencemos de que nosotros somos distintos, de que no somos tan influenciables y compramos con plena libertad, informa Tendencias 21.
Nos engañamos. La realidad es que entre un 70% y un 80% de las decisiones de compra, las de cualquiera, se toman de forma irracional y de acuerdo a estímulos sensoriales. El margen para decisiones reflexivas es más bien reducido.
Hace medio siglo que los profesionales del marketing buscan mensajes que nos emocionen y conecten con nuestros deseos inconscientes; para conseguirlo, la clave está en acceder a las regiones que el hemisferio izquierdo de nuestro cerebro destina a la memoria a largo plazo (especialmente a la llamada memoria semántica).
Manipulación neurológica y desafío Pepsi
La evolución del marketing se debe en gran medida a los trabajos de investigación que siempre han promovido las grandes marcas, con el objetivo de diseñar productos más atractivos y anuncios de mayor eficacia.
En esta carrera hacia la manipulación 'total' de los consumidores, la última herramienta de que disponen es el neuromarketing, que consiste en utilizar técnicas de neurociencia para analizar las reacciones de nuestro cerebro a determinados mensajes o estímulos.
Retroceder a los años ochenta nos puede ayudar a hacernos una idea precisa de lo que es el neuromarketing: más concretamente, a aquellos tiempos en que los medios de comunicación nos bombardeaban con la campaña publicitaria conocida como el 'desafío Pepsi'.
Con un argumento que hoy en día no parece original, dicha experiencia consistía en pedir a diversas personas que probaran dos refrescos, uno de Coca-cola y otro de Pepsi, sin anticiparles de qué marcas se trataba.
El resultado del desafío era que más de la mitad de encuestados elegían Pepsi. Y eso, siendo Coca-Cola la marca líder a nivel mundial, ponía en evidencia el poder de la publicidad para hacer que los consumidores compremos mayoritariamente una marca, incluso cuando en realidad preferimos otra.
Este hecho despertó la curiosidad de Read Montague, un especialista en neurociencias que se dispuso a repetir el desafío Pepsi, aunque con dos variantes: la primera) los encuestados sabrían en todo momento qué marca estaban bebiendo; y la segunda) durante el test se les practicaría una resonancia magnética en el cerebro.
Al hacerlo, Montague observó que Coca-Cola no era sólo la marca más elegida, sino que su consumo estimulaba regiones del cerebro que Pepsi dejaba inactivas. Eran los efectos neurológicos de unas campañas publicitarias -las de Coca-Cola- que habían sido especialmente incisivas durante la primera mitad de los ochenta
Eficacia publicitaria desmesurada
El hallazgo de Montague abría las puertas al siguiente dilema: si era posible conocer las reacciones del cerebro ante una marca o producto, ¿por qué no aprovecharlo para anticipar el efecto de un anuncio publicitario o cualquier cambio en el producto cuestión?
Inicialmente no se planteaba de forma explícita, pero se intuía que predecir los patrones de respuesta de los consumidores podría ser la clave para el diseño de anuncios de una "eficacia" desmesurada. Asusta, ¿verdad? Era el nacimiento del neuromarketing.
Gracias a inversiones de empresas como Procter&Gamble, Unilever, McDonald's o Disney (¡sí, sí, Disney!), desde entonces se han llevado a cabo otras experiencias similares. No tan solo mediante resonancias magnéticas, también con electroencefalogramas, mediciones del ritmo cardíaco, ritmo respiratorio o incluso de la conductividad de la piel (respuesta galvánica).
Entre otras cosas, estos trabajos han identificado las potentes reacciones cerebrales ante anuncios protagonizados por famosos; muy en especial cuando se trata de deportistas o celebridades del cine -quienes más nos emocionan-, el gancho es tan potente que nos induce a pagar hasta un 20% más de lo que pagaríamos normalmente por aquel producto.
En espera de ver qué aplicaciones se derivan de estos experimentos, ya ha quedado claro que el neuromarketing ofrece resultados sumamente más objetivos que el marketing tradicional. Herramientas como las encuestas, los grupos de discusión o los tests de producto, en el mejor de los casos recogen información sobre aquello que los encuestados interpretan como sus motivaciones; pero estas percepciones pueden tener poco o nada que ver con sus motivaciones reales.
Observar las respuestas fisiológicas del cerebro, sin embargo, aparcasta subjetividad y basa cualquier conclusión solamente en pruebas científicas. Nada de hipótesis, nada de especulaciones.
Temor al efecto 'flautista de Hamelín'
Ésta es la razón por la que el neuromarketing -o mejor dicho: todo cuanto se derive de él- provoca en algunas personas un sentimiento de indefensión y vulnerabilidad. De ahí que surjan voces críticas que comparan a los consumidores del futuro con aquellos ratoncitos que corrían tras el flautista de Hamelín: la diferencia estaría en que, en vez de una melodía hipnótica, el nuevo foco de atracción serían unos anuncios diseñados con precisión quirúrgica, tan capaces de hacernos comprar una tostadora, como un crucero, un aparato para hacer abdominales o lo que sea.
Los detractores del neuromarketing denuncian falta de ética en esta praxis, y solicitan a las administraciones públicas que promuevan una regulación restrictiva al respecto. Nada nuevo en el horizonte. En realidad es lógico que nos preocupemos por unas prácticas presumiblemente amenazadoras ("pre-ocuparse" es precisamente eso: ocuparse de algo antes de que tenga consecuencias); pero esta preocupación nunca debe hacernos confundir las amenazas con las oportunidades, ni la prudencia con el alarmismo.
Aunque nos inquiete la manipulación del neuromarketing, también deberíamos ser capaces de imaginar que, si bien hoy utilizamos técnicas médicas para usos publicitarios, quizá mañana podremos seguir el camino en sentido inverso: aprovechando los conocimientos obtenidos en el nuevo ámbito como contribuciones a la medicina. Seamos optimistas.
El debate sobre la ética del neuromarketing no es tan trivial como algunos pretenden. Para empezar, porque lo que determina que una acción sea o no ética no son los medios que empleamos para llevarla a cabo, sino las intenciones que nos impulsan a cometerla.
Pensemos en un homicidio, por ejemplo: que se cometa con una pistola, con una navaja o con las propias manos, no lo hace ni más ni menos reprobable; por el contrario, que sea voluntario o accidental, premeditado o no, condiciona su gravedad y las consecuencias que tenga para su autor, puesto que estos aspectos son los que determinan cuáles fueron las intenciones de origen. Pero éticamente no ha cambiado nada
Análogamente, la intención del neuromarketing es la misma que la del marketing tradicional: persuadirnos para que compremos los productos que no siempre necesitamos. Éticamente no ha cambiado nada. Si llevamos décadas aceptando la publicidad como uno de los pilares de la sociedad de consumo, no es coherente que ahora nos tiremos de los pelos por haber descubierto una nueva herramienta publicitaria.
Otra cosa será el día que nos propongamos en serio cambiar nuestro modelo económico -ese día sí podría cambiar nuestras vidas!-; ahora bien, esto ya es de otro debate, un debate donde no deberemos centrarnos en el neuromarketing, sino en todas las posibles formas de manipulación.
Algunas personas exigen que se impongan límites al neuromarketing. Muy bien, de acuerdo. Pero deberíamos preguntarnos qué sentido tiene regular un mercado sin antes darle la oportunidad de autoregularse. Sobretodo porque, a efectos prácticos, bien podría suceder que las grandes marcas o los publicistas fueran los primeros en perder interés al respecto. Quedan demasiadas incógnitas por responder.
¿Por qué, de veras los creativos renunciarán a su actual rol -llamémoslo artístico- para convertirse en vasallos de los neurólogos?... ¿Y las empresas?... Mientras los medios de comunicación traten el neuromarketing con el sensacionalismo con que lo hacen, ¿estarán dispuestas a asumir el riesgo de vincular a él su imagen?... ¿Y qué pasa con los costes?
No es lo mismo hacer cuatrocientas encuestas a la salida de un supermercado que llevar a cabo cuatrocientas resonancias magnéticas ¿Quién se arriesgará a asumir este coste? Una sola de estas incertidumbres podría dejar el desarrollo del neuromarketing en la mera anécdota.
Antes de sucumbir a temores infundados, debemos plantearnos si el alarmismo no es la expresión enmascarada de una falta de confianza hacia nosotros mismos. Cualquier medida que nazca de infravalorar nuestra autonomía resultará excesiva, en tanto que estará cruzando la frontera invisible entre proteger y sobreproteger. Y las reacciones sobreprotectoras -lo confirmará cualquier pedagogo- sólo sirven para fomentar individuos cada día más débiles e inseguros.
Reconforta pensar que nuestra mente es demasiado compleja y tiene demasiada capacidad de aprendizaje como para que el neuromarketing llegue a manipularnos más que el marketing de siempre. Es cierto que la publicidad nos induce a comprar, y mucho, pero depende de nosotros que seamos lo bastante críticos como para evitar que nos obligue por completo.
En esta línea opinaba recientemente el profesor Ale Smidts, de la Universidad de Rotterdam, cuando afirmaba: "Las personas no somos chimpancés en un supermercado, nuestro sistema reflexivo tiene un gran poder para corregir nuestros instintos y respuestas primeras".
Fortalecer la autonomía y el pensamiento crítico
En caso de que algún día se diseñara el anuncio "perfecto", probablemente incidiría primero sobre los colectivos más vulnerables (pienso en los adolescentes, por ejemplo).
Sería entonces cuando correspondería al resto de la sociedad tomar medidas en defensa del interés general. Desconozco si se trataría de legislar, de promover campañas de denuncia, de imponer códigos deontológicos o de exigir una mayor transparencia a las empresas anunciantes, pero sin duda habría muchas posibilidades.
Mientras tanto, el mejor modo de defender la autonomía y la libertad del individuo es siempre desde la colectividad y desde la corresponsabilidad ciudadana. Porque, aunque parezca una paradoja, aquello que nos hace libres es que formamos parte de una comunidad.
Y la razón de que algunos vean el neuromarketing como un ogro terrible es precisamente que se sienten solos, indefensos, enfrentados a las presiones de unos anuncios que pueden doblegarles como un junco.
Les preocupa sucumbir a la publicidad por falta de confianza en si mismos y al grupo al que pertenecen. Por eso defienden la idea de un individuo excesivamente tutelado, que se integra en la sociedad a través de regulaciones sobreprotectoras e innecesarias redes de seguridad.
No comprenden que el precio de este falso progresismo es el cultivo de una apatía congénita y eterna inseguridad. Este posicionamiento sí es una amenaza de primer orden. No lo olvidemos. Porque no importa tanto si estamos a favor o en contra del neuromarketing, como que seamos capaces de fortalecer nuestra autonomía y pensamiento crítico. Está en nuestras manos."
Extraído de La Razón
Neuromárketing en la Tadeo
REDACCIÓN EDUCACIÓN, EL UNIVERSAL | Cartagena, Colombia | Publicado el 21 de marzo de 2013 - 5:48 pm.
"El Neuromárketing, un concepto que resulta un poco difícil para muchos será el tema dentral de la conferencia que dictará el docente, escritor y consultor empresarial Manuel Quiñones Bejarano.
El evento se realiza este viernes 22 de marzo en la Sede Cultural de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Seccional del Caribe en alianza con la Cámara de Comercio de Cartagena y el World Trade Center, con el fin de capacitar a empresarios, vendedores, empleados y público en general acerca de esta herramienta, la cual según expertos es más efectiva para las empresas a la hora de promocionar sus portafolios.
El neuromarketing es una herramienta usada por las empresas para investigar y explicar los procesos clave de toma de decisiones de sus consumidores, frente a la elección de productos y servicios.
Según el conferencista “en una nueva realidad como la que vivimos hoy, llena de incertidumbre, de una competencia infinita, donde los clientes acceden a muchas ofertas de productos, servicios y precios similares, a decisiones cada vez más complejas, todo esto sumado hace que el vendedor tenga que esforzarse más para poder vender y persuadirnos de que tiene algo que merece nuestro dinero, nuestro tiempo y como lo veremos, nuestra atención”.
El principal beneficio de las neurociencias se basa en la obtención de información en tiempo real sobre las áreas del cerebro involucradas y activadas durante el proceso perceptivo. Es por eso que hoy sabemos que el 95% de las decisiones de compra se establecen en la parte subconsciente del cerebro y que gracias a esto la mayoría de nuestras decisiones de compra son impulsivas, no racionales."
Extraído de El Universal
"El Neuromárketing, un concepto que resulta un poco difícil para muchos será el tema dentral de la conferencia que dictará el docente, escritor y consultor empresarial Manuel Quiñones Bejarano.
El evento se realiza este viernes 22 de marzo en la Sede Cultural de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Seccional del Caribe en alianza con la Cámara de Comercio de Cartagena y el World Trade Center, con el fin de capacitar a empresarios, vendedores, empleados y público en general acerca de esta herramienta, la cual según expertos es más efectiva para las empresas a la hora de promocionar sus portafolios.
El neuromarketing es una herramienta usada por las empresas para investigar y explicar los procesos clave de toma de decisiones de sus consumidores, frente a la elección de productos y servicios.
Según el conferencista “en una nueva realidad como la que vivimos hoy, llena de incertidumbre, de una competencia infinita, donde los clientes acceden a muchas ofertas de productos, servicios y precios similares, a decisiones cada vez más complejas, todo esto sumado hace que el vendedor tenga que esforzarse más para poder vender y persuadirnos de que tiene algo que merece nuestro dinero, nuestro tiempo y como lo veremos, nuestra atención”.
El principal beneficio de las neurociencias se basa en la obtención de información en tiempo real sobre las áreas del cerebro involucradas y activadas durante el proceso perceptivo. Es por eso que hoy sabemos que el 95% de las decisiones de compra se establecen en la parte subconsciente del cerebro y que gracias a esto la mayoría de nuestras decisiones de compra son impulsivas, no racionales."
Extraído de El Universal
NEUROMARKETING Y LECTURA: tacto, aroma…Memoria
Publicado en 27/02/2013 by Marketinghuman Estrategia Marketing Agroalimentario
"Han pasado 10 años desde que se publicó “La lectura en España. Informe 2002”. En aquellos tiempos tuve la fortuna de ser uno de los autores del libro, junto a nombres tan ilustres como Umberto Ecco, Roger Chartier, Víctor García de la Concha, Rafael Martínez Ales y otros, por lo que pasada una década en este artículo reflexiono entre los resultados de la investigación de aquel año y recientes descubrimientos de las neurociencias.
Era la época en la que me encontraba al frente de la oficina de Madrid de una multinacional de estudios de mercado y que, como conté en otro artículo, intentaba introducir las ventajas el eye tracking en España importando trabajos y metodologías de Alemania y Suiza. En aquellos momentos todavía no se había publicado el estudio de Millward Brown (2009) que utilizó la resonancia magnética funcional (fMRI) para analizar el impacto emocional de los anuncios en soporte papel frente a los mostrados en pantalla y al que haré referencia más adelante.
El capítulo que tuve la responsabilidad de redactar se llamó “Internet: Un horizonte para la lectura”. Para ello entrevistamos por medio de la metodología CATI (Computed Asisted Telephonic Interviews) a una muestra representativa de la población española (n=1013 con un nivel de confianza del 95% k=96 y con un error muestral de más menos 3,08 para el supuesto más desfavorable de distribución de la población p=q=50%) y además se llevaron a cabo diferentes dinámicas de grupo, combinando así investigación cualitativa y cuantitativa.
El estudio analizaba ya en la época los motivos de uso de Internet y temas de consulta, además de analizar hábitos de lectura en Internet. (Revisando ahora el estudio observo que todavía las redes sociales no habían llegado con fuerza en España; es curioso, a día de hoy tenemos la sensación de que hace mucho tiempo que están aquí…)
Concluía el citado capítulo indicando “la situación actual invita a pensar en una coexistencia de los formatos tradicionales y los nuevos. Ambos formatos no son excluyentes sino complementarios, y son capaces de cubrir distintos tipos de necesidades: la búsqueda de información rápida, fácil y económica en cualquier momento con las nuevas tecnologías y el disfrute, el ocio y la posesión de un bello libro con una encuadernación de buena calidad mediante el formato tradicional”.
Leyendo esas conclusiones 10 años más tarde parece que la situación no ha cambiado mucho. El estudio de Millward Brown de 2009 en colaboración con el centro experimental de psicología del consumidor de la universidad de Bangor (Using neuroscience to understand the role of direct mail, case study) analizó las diferencias entre soportes publicitarios físicos y en pantalla prestando especial atención a los procesos emocionales evocados por cada uno de los citados soportes. El mimo tipo de mensajes se presentó tanto en soporte papel como en pantalla y mediante fMRI se estudiaron los procesos cerebrales. Los principales resultados fueron los siguientes:
Otros estudios sobre la conducta del consumidor (“Faking it: Can ads create false memories about products” Journal of consumer research 2011) indican que los anuncios impresos pueden ser suficientemente impactantes como para crear una falsa memoria sobre haber probado un producto que ni tan siquiera existe. Su interesante estudio con las palomitas de maíz hace llegar a los autores a la siguiente reflexión: “This suggests that viewing the vivid advertisement created a false memory of eating the popcorn, despite the fact that trying the fictitious product would have been impossible”
Dichos estudios también insisten en la importancia de enfatizar en las imágenes las características sensoriales del producto, como por ejemplo texturas. ¿Invierten las empresas españolas lo suficiente en la realización de fotografías profesionales de calidad para sus envases y publicidad? En muchas ocasiones podemos encontrar fotografías hechas con un móvil… hecho mucho más frecuente en tiendas on-line. Según lo mostrado en los estudios, el retorno en la inversión es muy positivo.
Como conclusión, resaltar que ambos tipos de soporte (papel y digital) presentan ventajas e inconvenientes, por lo que es recomendable combinarlos (y no decantarse sólo por uno) cuando definimos la estrategia de marca de una empresa aprovechando las ventajas de cada uno de ellos."
Extraído de Marketinghuman
"Han pasado 10 años desde que se publicó “La lectura en España. Informe 2002”. En aquellos tiempos tuve la fortuna de ser uno de los autores del libro, junto a nombres tan ilustres como Umberto Ecco, Roger Chartier, Víctor García de la Concha, Rafael Martínez Ales y otros, por lo que pasada una década en este artículo reflexiono entre los resultados de la investigación de aquel año y recientes descubrimientos de las neurociencias.
Era la época en la que me encontraba al frente de la oficina de Madrid de una multinacional de estudios de mercado y que, como conté en otro artículo, intentaba introducir las ventajas el eye tracking en España importando trabajos y metodologías de Alemania y Suiza. En aquellos momentos todavía no se había publicado el estudio de Millward Brown (2009) que utilizó la resonancia magnética funcional (fMRI) para analizar el impacto emocional de los anuncios en soporte papel frente a los mostrados en pantalla y al que haré referencia más adelante.
El capítulo que tuve la responsabilidad de redactar se llamó “Internet: Un horizonte para la lectura”. Para ello entrevistamos por medio de la metodología CATI (Computed Asisted Telephonic Interviews) a una muestra representativa de la población española (n=1013 con un nivel de confianza del 95% k=96 y con un error muestral de más menos 3,08 para el supuesto más desfavorable de distribución de la población p=q=50%) y además se llevaron a cabo diferentes dinámicas de grupo, combinando así investigación cualitativa y cuantitativa.
El estudio analizaba ya en la época los motivos de uso de Internet y temas de consulta, además de analizar hábitos de lectura en Internet. (Revisando ahora el estudio observo que todavía las redes sociales no habían llegado con fuerza en España; es curioso, a día de hoy tenemos la sensación de que hace mucho tiempo que están aquí…)
Concluía el citado capítulo indicando “la situación actual invita a pensar en una coexistencia de los formatos tradicionales y los nuevos. Ambos formatos no son excluyentes sino complementarios, y son capaces de cubrir distintos tipos de necesidades: la búsqueda de información rápida, fácil y económica en cualquier momento con las nuevas tecnologías y el disfrute, el ocio y la posesión de un bello libro con una encuadernación de buena calidad mediante el formato tradicional”.
Leyendo esas conclusiones 10 años más tarde parece que la situación no ha cambiado mucho. El estudio de Millward Brown de 2009 en colaboración con el centro experimental de psicología del consumidor de la universidad de Bangor (Using neuroscience to understand the role of direct mail, case study) analizó las diferencias entre soportes publicitarios físicos y en pantalla prestando especial atención a los procesos emocionales evocados por cada uno de los citados soportes. El mimo tipo de mensajes se presentó tanto en soporte papel como en pantalla y mediante fMRI se estudiaron los procesos cerebrales. Los principales resultados fueron los siguientes:
- - Los materiales tangibles dejan una huella más profunda en el cerebro.
- - Los materiales físicos implican un mayor procesamiento emocional lo que resulta de gran interés para la memoria y las asociaciones con la marca.
- - Los materiales físicos producen más respuestas cerebrales conectadas con sentimientos internos lo que sugiere una mayor internalización de los anuncios.
- - El tipo de papel y su tacto pueden recordar y transportar a otra época. (Ejemplo, soporte tipo pergamino utilizado en algunos proyectos de estrategia de marketing en el sector alimentario por MarketingHuman)
- - Es posible impregnar con aromas los libros aumentando así el vínculo emocional con la publicación, contribuyendo a desarrollar la historia y la imaginación.
Otros estudios sobre la conducta del consumidor (“Faking it: Can ads create false memories about products” Journal of consumer research 2011) indican que los anuncios impresos pueden ser suficientemente impactantes como para crear una falsa memoria sobre haber probado un producto que ni tan siquiera existe. Su interesante estudio con las palomitas de maíz hace llegar a los autores a la siguiente reflexión: “This suggests that viewing the vivid advertisement created a false memory of eating the popcorn, despite the fact that trying the fictitious product would have been impossible”
Dichos estudios también insisten en la importancia de enfatizar en las imágenes las características sensoriales del producto, como por ejemplo texturas. ¿Invierten las empresas españolas lo suficiente en la realización de fotografías profesionales de calidad para sus envases y publicidad? En muchas ocasiones podemos encontrar fotografías hechas con un móvil… hecho mucho más frecuente en tiendas on-line. Según lo mostrado en los estudios, el retorno en la inversión es muy positivo.
Como conclusión, resaltar que ambos tipos de soporte (papel y digital) presentan ventajas e inconvenientes, por lo que es recomendable combinarlos (y no decantarse sólo por uno) cuando definimos la estrategia de marca de una empresa aprovechando las ventajas de cada uno de ellos."
Extraído de Marketinghuman
The Greatest Movie Ever Sold
The Greatest Movie Ever Sold, fue una pelicula-documental que te enseña como funciona el marketing en el marco del cine, acercandonos un poco a este "mundillo".
Nace Core Strategy
A medida que la neurociencia, el neuromarketing y el tema de las emociones van ganando impulso en el mercado publicitario, están comenzando a nacer consultoras de investigación especializadas en medición de emociones. Éste es el caso de Core Strategy, una empresa que combina conocimientos de la tecnología afectiva y la publicidad/marketing.
Core Strategy pretende identificar los elementos visuales, sonoros o de diseño que despiertan las emociones más intensas. Lo hace mediante tecnología de medición biométrica y mediante cuestionarios convencionales, siguiendo la tendencia integradora que parece estar imponiéndose en este campo a nivel internacional.
Sus socios fundadores provienen de la agencia bilbaína El Bureau de la Comunicación y de centros de investigación. La empresa está sita en Bilbao (Bizkaia), pero tienen vocación internacional y, además de trabajar a nivel español, ya están estableciendo contactos en países como México.
Extraído de Neuromarca
Core Strategy pretende identificar los elementos visuales, sonoros o de diseño que despiertan las emociones más intensas. Lo hace mediante tecnología de medición biométrica y mediante cuestionarios convencionales, siguiendo la tendencia integradora que parece estar imponiéndose en este campo a nivel internacional.
Sus socios fundadores provienen de la agencia bilbaína El Bureau de la Comunicación y de centros de investigación. La empresa está sita en Bilbao (Bizkaia), pero tienen vocación internacional y, además de trabajar a nivel español, ya están estableciendo contactos en países como México.
Extraído de Neuromarca